jueves, 11 de junio de 2009

Producción escrita

Un día para recordar:

Yo soy Pedro, un chico común pero con numerosos problemas. Un día iba a la escuela en bicicleta y veo a lo lejos un objeto que llamo mi atención. Lo miré con mucha fascinación.

Maravillado, me acerque lentamente y vi flamear unos estandartes en el medio del verde césped. Ese día quedará grabado en mi memoria. No me olvidaré de las nubes, ni del día soleado, de la calle vacía y tampoco de mi camisa y jeans sucios de tanto pedalear. Sentía un montículo de sensaciones al mirar perplejo esos raros signos que tenían los estandartes. Parecían de otra cultura.

De repente, veo a lo lejos a José y a su hermano Mateo. Ellos también estaban en sus bicicletas, rodeados de trabajadoras desoladas que marchaban a sus labores. Llevaban una pala al hombro. Los escuchaba a lo lejos que hablaban entre ellos.

Una frase, la que mas entendí, fue “- Ahí está el odioso de Pedro –“. Yo también los odiaba, porque siempre intentaban imitarme en todo, hasta sus bicicletas eran las mismas que yo usaba, siendo la única diferencia, una campana que colgaba de los manubrios.

Cuando los hermanos se acercaron a los estandartes me contaron que ahí estaban enterrados una pareja, que se habían suicidado porque los querían separar debido a la guerra y que junto a ellos, había un gran tesoro. Entonces yo me conmoví y me puse a llorar.

Ellos me dijeron si quería escarbar. Yo con repugnancia les grité -¡No!- y me fui en bicicleta, escuchando a lo lejos, el ruido de la pala clavándose.

Al día siguiente me contaron que José escarbó durante unas cuantas horas, mientras su hermano lo miraba atentamente.

Cuando encontraron el ataúd lo abrieron y ahí no había ningún tesoro, sino que en la tapa decía: “Acá hay un tesoro y es el amor eterno”.

FIN

Realizado por Santiago Garcia

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